A lo que me refiero es que cuando tenemos que hablar en clase y el profesor te incita a que hables, porque incluso es importante para la asignatura, nos muerde la lengua el gato y se forma el silencio que casi nunca es posible que se forme en una clase.
Nos cuesta tanto hablar en clase porque tenemos miedo a poder hacer el ridículo y a que puedan reírse de nosotros cuando lo hacemos; por eso muchas veces no nos atrevemos a hablar en el momento oportuno y en el que está permitido, a pesar de que lo que podamos decir resulte interesante.
Creo que es mejor intentarlo, aunque a veces lo que digamos pueda gustar más o menos, pero la cosa está en intentarlo; sin intentarlo, nunca conseguiremos aprender a expresarnos en público y a perder el miedo por dar a conocer nuestra opinión sobre las cosas.
Creo que es importante también aprender a diferenciar en qué momento debemos hablar, sin interrumpir, sin repetir lo que se ha dicho anteriormente y sobre todo cuando hablemos, que guarde relación con lo que se ha dicho hasta el momento.
Por eso yo por lo menos cuando no tengo qué decir o cuando pienso que lo que voy a decir no es lo suficientemente interesante, me lo callo, aunque seguro que alguna de estas veces esté tomando una decisión errónea.
En conclusión deberíamos de saber clasificar nuestros comentarios y expresarlos cuando pensemos que son importantes y que pueden aportar algo y a ser valiente cuando hay que serlo y no tener miedo de lo que piensen ya que lo más importante es poder expresar tu opinión con libertad.
No quiero terminar esta reflexión sin tener en cuenta el respeto que debemos mostrar cuando habla una persona, bien sea el profesor o uno de nuestros compañeros. Nos guste más o menos lo que dice, nos resulte más o menos gracioso, siempre debemos respetar y valorar su opinión. Si no lo hacemos así, colaboraremos a que cuando tenga que volver a expresarse, aumente su miedo o su sensación de hacer el ridículo.
No quiero terminar esta reflexión sin tener en cuenta el respeto que debemos mostrar cuando habla una persona, bien sea el profesor o uno de nuestros compañeros. Nos guste más o menos lo que dice, nos resulte más o menos gracioso, siempre debemos respetar y valorar su opinión. Si no lo hacemos así, colaboraremos a que cuando tenga que volver a expresarse, aumente su miedo o su sensación de hacer el ridículo.

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